Van Gogh se sintió aliviado de su oreja,
porque no la necesitaba:
ya había oído la Genius.
Al-Ma’arri realmente vio tanto,
que luego
los ojos ya no fueron importantes.
Charents* no tuvo tumba,
porque
aún no ha muerto.
Saludo a la gente con mi mano izquierda,
porque con la mano derecha
ya he saludado a Dios…
*Charents, Yeghishe, fue un poeta armenio del siglo xx, y es reconocido como el principal poeta armenio del siglo xx.
***
Este poema,
que me llama padre,
cuyos ojos están llenos de risas sin fin,
repica así en mis momentos de tristeza,
como mi sonrisa
es su juguete perdido…
Siempre gana en todos los juegos,
habla de sus queridas muchachas,
y antes de dormir
me ordena
que le cuente cuentos de
mi infancia…
Y como un tonto otoño
me derrumbo ante este milagro…
Y tomando los gritos de mi hijo en las palmas
me encuentro susurrando:
– Tú mismo eres el cuento, zonzo –
…Y de la alegría
no puedo recordar
ningún cuento de hadas de ninguna manera,
Se ríe de mí
toda la noche-
hasta el amanecer…
Entonces-
el tintineo de la alegría se mantiene entre los párpados-
ingresa a una sagrada siesta.
Si mi canción está durmiendo, – abre sus ojos…
***
Los sueños… Los sueños son las alas del alma,
que vuelan más arriba del alma.
La biografía es solo una sombra del destino:
aparece cuando se queman las luces.
Las confesiones son las mejores jugadas del perdón,
duran más tiempo que el juego.
Y… las preocupaciones son hijas de los regresos
que nacen… antes que los padres…
***
Rojo,
rojo,
entre sus blasfemias rojas
los colores de los ángeles
llueven de mala gana;
la lluvia está punteando chubascos
en el pavimento de mi alma,
lo que estás
respirando
ahora-
como un amanecer…
EL UNDÉCIMO MANDAMIENTO
Cuando permites que el amor
se vaya de tu mano,
aplaude
a la debilidad de tu alma.
Y al perdón de la luz que voló
de tus aleros
aplaude
con la palma en la mejilla
de la cual arrancas la flauta del aroma.
Aplaude a la flauta...
Una mano aplaude también...
ANHELO
La sombra del color
escala
las cicatrices del día,
caminando la serenidad
de un sueño encontrado.
La flor es el secreto
de dolor,
introspectiva sonrisa.
El vástago nombra el pecado.
Más allá de vendajes personales
de la oración,
la auto negación de un árbol
es tan brillante
como cálidas son las manos
de noche.
Me estoy congelando... tu nombre.
Eduard Harents
Poeta armenio; traductor; profesor de lengua árabe, literatura y estudios árabes; ha publicado cuatro poemarios; sus poemas han sido traducidos al ruso, inglés, francés y árabe. La traducción al español de los seis poemas es de Ricardo Rubio y Alicia Minjarez Ramírez.