TOMOGRAFÍA DE PEZ BOCARRIBA
Besé la clorofila con el sol en tu vientre:
Tenías cerradas todas las puertas
Tus espejos tapados con paños negros
Varias velas amarillas que tu madre
Trataba de mantener encendidas
Utilizando sus manos y sus ojos empañados.
Palpé el abanico brillante de tus alas robustas:
Tenías cerrado el camino que va al Cielo
Con candado las arterias y tus sonrisas
Sellada tu alma con aparatos y pantallas
Las raíces desnudas del otro lado del principio
Trataban de pronunciar tu nombre completo.
Era en vano: te habían cambiado el paisaje
Y ya no sabías si tus hijos eran niños y niñas:
Los tratabas con señales de adulto adulterado.
Busqué la canción del alma para decirte
Que el tiempo era el mismo y la palabra también.
Todo estaba cerrado con gritos y ventanas rajadas.
La sangre estaba coagulada entre los sentimientos
Y ni una sola hoja verde florecía entre el agua
Ni un solo beso florecía en el pan de tus ojos apagados.
Me asomé con paso de animal vencido:
Todo estaba cerrado en la flor de tu plegaria
Que iba muriendo sin luz y sin fuego dulce.
Los cadáveres seguían pasando aquí y allá
Con sus ojos abiertos y su boca amarrada.
Quise entonces meterme en lama azul
Pero eras un ataúd de entrañas desgarradas
Un ataúd envejecido al morir el día…
RESURRECCIÓN EN POS DE SUEÑO
Desde adentro, abismal y pura,
la honda llamarada resucita.
La piel crucificada de cicatrices,
deja escapar el brazo de las banderas,
las antiguas, las que no cayeron,
a pesar de la ignominia y la nieve;
las que han permanecido a media asta,
totalmente bordadas por el llanto amargo,
los gritos de niño, el alba ultrajada.
Los ojos, viejos ojos sin anteojos,
llenos de caminos enmontados,
de cadáveres de cenizas, de soles,
resucitan. casi en el ocaso,
cargados sin cruz ni camposanto;
y la cuenta sigue, con su gran poder,
martirizando los sueños insepultos,
las manos enmudecidas, mutiladas,
sin embargo, pese al embargo,
las ondas y las cerbatanas gritarán
la nueva canción de la esperanza.
LUZ APARTADA DE LA FLOR
Piel estéril como duro calor del desierto
sin voz ni grito ni risa ni espuma dulzarrona
reventó con colibríes muertos de amor sin perdón y sin grises estupefactos.
Toda la canción del arrullo se diluyó en la noche
alargada noche de estrellas caídas sin alas y sin profecías
toda la angustia y sus latidos oscuros se metieron en ella
fue apartada de la luz por voluntad propia o de los muertos
que no tuvieron flores en sus tumbas
retumbos de tumbas tumbadas del lugar donde debieron estar
crecieron los muertos y las flores jamás aparecieron
estaban apartadas de la luz por pezuñas de alquitrán ardiendo
por garras de petróleo explotando en cámaras de tortura
de ciudades escurridas entre los dedos mutilados
y las cenizas de la comida que ya nos les sirve para nada.
Luz de horizontes coagulados en la sangre
luz de beso en flor de trigo arrinconado en la sombra.
Luz de ahora en adelante para los palos de ciego
y de la costumbre de amar para seguir con vida.
CAÍDA LIBRE
Te vaciaste,
en mí,
aire, brisa, céfiro,
y partiste.
¡Eclipse total!
Misión cumplida,
Pero…
la vida,
siguió,
siguió
y siguió…
¡SE FUE ¡
¡No puede ser!
y… fue.
¡Se fue!
Se partió la burbuja
como pompa de jabón
se escapó el aire
ya no vimos nada más
que la chispa de la nada.
Se fue como vino
y… no la vimos más.
Fue breve y leve
entre mis otros ojos.
¿Qué es breve?
¿Cuánto?
¿Qué es leve?
¿Se siente el horizonte
que no nunca apareció?
Sé que no sé.
Se me olvidó sentir
solo siento que lo olvidé todo
y lo siento, lo sé, lo sabré.
¡Ella se fue¡
¡Ya no la vimos más!
No lloramos.
No habíamos aprendido a llorar.
(Solo sabíamos de silencio y grito)
Quizás … ¡no habíamos nacido!
LA MANZANA, SÍ, LA MANZANA
La manzana roja de rojos labios abierta,
de expedientes secretos debajo del viento,
de antecedentes ambivalentes, talvez congelados.
La manzana, sí, la manzana, de roja boca sonriente,
histórica, conjurada, enajenada, pordiosera obstruida.
Ahora que estás cerca de mí, manzana roja,
me invade un raro temblor de ombligo,
un aletear, no de palomillas ni de mariposas, no.
Me invade un temblor de miedo testicular,
como si fuera a fugarme hacia el abismo
o ascender hasta esa estrella roja,
que nunca he conocido, que no conoceré.
Entonces me alejo, hecho una Z de pájaros capricornios,
rumbo hacia otra locura, talvez de celeste vino,
quizá tan onírica como mi manzana roja,
roja manzana de roja boca abierta…
FLOR DE NOSTALGIA DESPENICADA
Oficio de poeta antiguo:
Incendiar la tarde de últimos pétalos
con poesía de luciérnagas enloquecidas,
taquicardia amenazante, cigarro encendido.
¡Qué arda la tarde y su crepúsculo!
Qué se quemen todas las nostalgias,
los recuerdos de las flores no acariciadas,
la heridas que se empeñan en sangrar a diario.
¡Por favor, que la tarde se incendie toda!
Quiero ver, palpar, saborear sus cenizas;
entrar en la noche sin imágenes amargas,
flores de papel molido por los que nunca sueñan.
¡Incendio toda la tarde y sus pinos oscuros!
Me convierto en pirómano poético a deshora.
En la noche, quizás en la noche aumentada,
encontraré la razón de los incendios.
Por ahora, en este momento desvestido,
abro de par en par los ojos de mis alas
y te miro en la distancia de mar y cielo,
con nostalgia, tristeza y temores nuevos,
como un pobre ganso que quiere ser águila.
Un ánade que jamás ha salido de su estanque,
por más que a su alrededor florezcan rosas,
jazmines, amarantos y estrellas inmortales.
Nada existe en ti que yo no recuerde:…
la forma solemne de haberme dicho adiós,
adiós para siempre, para siempre adiós.
LOS CAMINOS QUE NO SE ABREN
Bullicio de alcaravanes sangrando,
pitos de agua escarnecidos,
lamentos silenciosos,
silencioso llanto.
a la deriva,
la rosa en el ojal,
el último poema,
el pañuelo rojo
con muchos nudos.
Huellas,
sales de pleamar olvidadas,
para resucitar con amoniaco,
el cerebelo por resacas bohemias:
sugestión de marinero,
risas desnudas de bocas envilecidas.
¡Al cuerno blanco del rinoceronte negro!
Persistencia de obsidiana,
de cuarzo primigenio;
abolladuras
insensateces
escaldaduras
rociadas con ácido muriático,
alas que jamás supieron
de aire, cielo, sueños.
Bellaco y tartamudo,
el soneto olvidado,
la medalla adulterada,
hecha hollín y cieno,
en el rincón oscuro
donde el corazón
depositó el último estertor
de la esperanza decapitada.
¡No se pudo, no se pudo
abrir el camino hacia tu sangre!
Cuadratura del círculo,
valor del cero como divisor,
pronombres que esconden
la efímera violeta
de tu nombre.
In seguridad de las manos
para labrar el surco desparramado,
espinas, espinas, ESPINOTAS,
de ixcanal, de cacto,
a veces de rosas huérfanas de luz;,
desgastado,
agotado,
irritado,
porque esa ventana,
tu ventana de girasoles al revés,
jamás se abrió,
ni con el alba,
ni con los pájaros,
ni siquiera,
con la música de mi sangre.
Candados, cerrojos,
puentes rotos,
estulticia de besos y caricias,
prostituidas, sin permiso,
ni del cielo ni de la tierra.
Ahí, sin luz,
ahí, sin rescoldos,
ahí, sin semillas,
solo risas insolentes,
esperando a la noche,
como si fuera la salvación
para aprender a ser…
Hiel y miel,
como binomio indisoluble,
unas veces dadas con el dedo,
otras con la lengua entorchada:
pasión de la pasión,
casi podrida,
casi invisible,
la beatitud
de la palabra.
Siempre el circo,
de Roma o de los fustanes,
almidonados unos,
invisibles, la mayoría;
carcajadas insolentes,
raspaduras,
cicatrices empeñadas en sangrar,
sobre insepultos cementerios;
huesos corroídos,
músculos colgando,
prótesis arriba y abajo,
zapatos rotos,
sombrero agujereado
por soles que no llegaron,
a tus ojos,
a tu pebetero,
a la caja de música,
donde sigues bailando,
el son que te toquen,
muda
ajena
al obsequio
de mi silencioso camino.
¡No se abrió el camino!
Solo…
fosas
pozos,
zanjas,
barrancos,
abismos..
¡Para qué les cuento
si ustedes
y usted
y usted,
no están para reírse!
LA LÚGUBRE NOCHE DE LAS SEMENTERAS
Hay noches largas, largas,
que se extienden todo el día,
con sus crespones negros y sus silencios,
los avisos inteligibles, sus escaleras,
donde no se puede subir,
solo sirven para bajar, bajar,
hasta más allá del fondo,
de cualquier abismo insospechado.
Ni por asomo, una luciérnaga,
un llamita, una copita de vino auroral,
solo la alternancia bicéfala,
de silencios y voces ocultas,
que uno no sabe bien,
si vienen de adentro
o llegan de afuera…
La sementera del poeta solitario,
encanece, segundo a segundo,
como si ya no tuviera raíces,
ni fotografías, ni pinturas,
ni ganas de nada, de palabras, de alas,
solo de los cárdenos recuerdos insólitos,
de haber podido ser y no haber sido,
como un anhelo de ingenuidad,
que avestruzmente , todavía verde,
se esfumó en suspiros y lágrimas primarias.
Para esas noches lúgubres, enlutadas,
las sementeras no existen ya,
al menos que florezca otra vez,
una y otra vez, solo una vez,
el último rescoldo del primer beso,
el árbol de las manos, el amor del fuego,
de un abrazo, de una mirada,
de una almohada compartida.
Esas noches largas, largas,
anulan todos los caminos,
silencian a todas las guitarras,
anulan el tibio sentido de la carne,
el frutecido hamaquear de dos cuerpos,
acariciados por cuatro manos,
mirados por cuatro ojos,
titubeando, malintencionadamente,
como si se quisiese romper todas las ánforas,
la síntesis filosófica de la existencia…
¡Ah la noche lúgubre de las sementeras!
Y no es que uno sea escatológico,
de tiempo completo o de tiempo total,
ni mucho menos que esté encarcelado,
por las arañas de la depresión,
No, ¡qué va!,
solo es una expresión de la rosa,
que aunque uno no quiera,
se va marchitando poco a poco,
sin adioses, sin primaveras nuevas,
hasta desaparecer totalmente,
aunque los gallos anuncien alegres,
que otro día llegó para quedarse.
ESTA SOLEDAD INMENSA
La inmensa soledad
de estos últimos pasos,
me obliga a conocer, fríamente,
el vuelo gris del olvido,
la razón del asombro y la duda,
la pregunta que jamás me hiciste:
¿Era necesario mi amor en tu existencia
o solo era un aletear de pájaro moribundo?
NO SÉ QUE SÉ
El camino ahogándose entre la maleza sin verse
al lado bendiciendo la dicha de ser él y nada más.
La alambrada de espinas aun llenas de sangre
un niño camina al revés y no se sabe por qué
todo es ansiedad derretida bajo el sol asombrado
y. tú, apoltronada, sin que sepas qué,
cómo, cuándo, dónde, estarás en un segundo.
Cada quien tiene el lampo neutro de la espacialidad
porque tenemos nuestro espacio y sus coordenadas:
Lo que está arriba está abajo y lo que está a la derecha
muchas veces no está sino solo en la izquierda.
Cosecha el punto donde se cruzan los puentes
el punto de luz silencio o grito y oscuridad;
cada quien tiene su espacio y es inexpugnable
¿O fuiste vulnerada para siempre rosa de olor azul
y color de mañanas que aún no están preparadas.
El día se adelanta según cada quien es sometido
a bregar entre comida, sueño y uno que otro eructo,
bajando y subiendo sin saber para qué
lee libros que no saben lo que el lector sabía
ese que no escribió jamás sólo en sueños en sueños nada más.
NACIDA ENTRE LA PEÑA
Peñaflor ----------peña en flor
flor de peña-------empeñada flor
pensando en flor------- despeñado amor
Un bisturí para llegar hasta el veneno
no valen besos ni en flor de peña
ni orgasmos a deshora del círculo puro,
no deseables por el exceso de canícula
o el fenómeno que oculta la esencia y la pierde.
Pena en florecimiento de empeño.
Las piedras ruedan y otras chocan
Y se quedan en el espacio sin tiempo.
Nada es absolutamente cierto ni ambivalente
todo se despeña en pena larga pena
los cuchillos son perseguidos por las sombras
caballos con jinetes sin cabeza
mientras tanto te recuestas toda en mi
al parecer no fue suficiente mi hombro
ni a mí me pareció tu llanto suficiente.
Por qué sonrojarse si no entiendes
cuánta miel hay en tu orquídea
cuántos sueños se llevó el río refrescante corpiño,
que no tienen oportunidad las arañas en tu ombligo:
Está cerrado, marchamado tu laberinto
y no hay modelo ni patrón que los distraiga
todo es grito dulce y eco de montaña herida.
¡Todo es pesadilla de sol a media noche!
¡Florecida sangre que se quedó a medio hervir!
Ingleberto S. Robles T.
Poeta guatemalteco
Los espacios del fuego (Guatemala: Esger Editorial, 2019)
Asociación Actuales Voces de la Poesía Latinoamericana (AVPL)