POEMAS DE CARLOS OCHOA
DESIERTO A MEDIA LUZ
Hállame esparcido en los vientos y los mares,
y deja balancearme en perpetua adoración.
Arrúllame en la paz de tus quimeras;
te juro dormiré y cantaré contigo,
soñando derroteros,
que me llevan a los límites de tu silueta
y durmiendo recostado en tu verano tan sereno.
NOCHE DE LUZ DE PLATA
Hoy me mira aquella luz de plata
y me enciende en la ceniza,
pues me acecha un portal de miedo.
Veo las vacías cuencas de las sombras,
sofocadas por la luz plateada, hipnótica y sedante
que se esconde en el fondo de las nubes de azabache,
con tristes borbotones interiores.
Dosis precisa y delirante,
limita mi existencia,
corriendo fugitivo a media luz.
Solo quedan tres cenizas en desparramos
en las vísperas de muerte
que alumbran las alas de mis noches.
SI NO ESTOY
Si mañana no estuviera
y no pueda sostener ya nada,
ni ser visible a la mirada,
y mi cuerpo sin cansancio
descanse dentro de las verdes
tierras de mi Dios,
les ruego sostener mi numen de poeta,
que arde en soledad.
Fuego azul en mis cáscaras de huesos,
cuyo origen desconozco,
los pedazos que son míos
escritos entre líneas,
dentro de las hojas
que me apartan de la espuma impostergable.
Entréguenselos al silencio de mi madre,
ahí mis líricos vestigios se hallan inmaculados.
DÍAS DE LUTO
No podemos contrariar la vida;
a medida que los días estremecen
encuentro que mecheros se han perdido,
dentro de los maletines
de los negros y blancos;
ellos han seguido el destino de un náufrago;
aunque no toman de su aliento,
toman el tuyo evaporado en ilusión,
sintiendo sensaciones de marea pasajera,
despintando el mundo verde
de nosotros que nos deja un desierto que no es mundo.
Hoy el mundo convertido en virus,
convertido en pausa,
la tierra ve a sus hijos que han dormido
y agolpa el silencio en el poema.
¡Qué niebla tan discreta!
Y la purga está de fiesta
¡Qué paz más oportuna
dormida en las manos de ese polvo,
manos necias, tercas de nosotros!
La soledad que se agacha resuena el repicar
que te gasta cada risa.
La vida ya sin vuelta, bajo incontables
hojas secas del infierno residente
en el faro que se aparta de este mundo.
DESPEGAR COMO UN PÁJARO
Vuelve a caer a mi espalda el aire en que vuelo
en constelaciones donde nace luz entera;
miro el paraje, las montañas, los valles y los llanos,
y pronuncio una canción de alegría o de tristeza;
son signos tan extraños que anuncian la silueta de un verano.
Despliega el cielo airado que mueve los nervios de mis plumas;
bajo el relumbre de este sol,
he visto cielos reventados de centellas;
atolladas en los golfos de los mares,
las llamas de un mediterráneo en acuarela reluciente.
Las aves piensan que son hombres que plantean este cambio:
el cielo azul por el gris asfalto,
hombres y mujeres
queriendo ir volando en los causes de este tiempo
y han moldeado ya suidos en la cumbre de los montes,
ni la voz de los polluelos apagarán todo silencio del mundo.
Reluciente día pasa el chisme que ya estoy aquí.
Carlos Ochoa
Poeta venezolano, residente en
Estados Unidos de Norteamérica
Asociación Actuales Voces de la
Poesía Latinoamericana (AVPL)
*De su próximo poemario Desierto a media luz.